Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 14 de julio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Vidal y Carlá
Número y páginas del Diario de Sesiones 104, 2.702, 2.703
Tema: Conducta de los párrocos

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Me levanto a contestar dos palabras nada más al señor Vidal y Carlá; y voy a, hacerlo, si Dios quiere, porque para nosotros los católicos todo lo que sucede es porque Dios quiere; pero de que eso sea, no es decir, señor Vidal y Carla, que en la cuestión de derechos ilegislables tenga nada que ver Dios; porque ¿qué tiene que ver Dios con los derechos consignados en la Constitución?

Sin embargo, S. S. ha expuesto una teoría sobre derechos y Constituciones políticas que yo no he de discutir con S. S., pero que desde luego digo terminantemente que no autoriza al clero para no haber jurado la Constitución, ni al Sr. Vidal para decir que el clero ha hecho bien en no jurarla, y que con esto ha hecho un favor muy grande al Gobierno. Pero, en fin, S. S. lo dice, el clero, en su gran mayoría, lo hace, y el Gobierno no tiene más remedio que pasar por lo que dice S. S. y el clero hace. Con este motivo S. S. ha supuesto que los partidos liberales persiguen al clero y son enemigos del clero; y este es el error de S. S. No es así: el partido liberal, el partido progresista, a que S. S. se ha limitado particularmente, es amante del clero, quiere al clero, desea auxiliar y proteger al clero, y en esto sentido, no solo no persigue a los curas, sino que quisiera ir acompañado de los curas. Lo que sucede es que muchos curas, incluso S. S., y lo extraño, porque S. S. es muy bueno, creen que el ser cura les obliga a ser enemigos de la libertad y de los liberales; y aquí los enemigos no son los liberales de los curas, sino los curas de los liberales, y los liberales no hacen más que defenderse de sus enemigos los curas. De manera, que yo quisiera que el Sr. Vidal y Carlá, reconociera la verdad de las cosas, porque S. S. mismo lo ha dicho aquí a la conclusión de su discurso. S. S. ha dicho:" Yo soy enemigo acérrimo de los liberales;" pues entonces, señor Vidal y Carlá, ¿cómo extraña S. S. que los liberales sean enemigos acérrimos de S. S.? Si los curas fueran curas, los liberales querrían mucho a los curas, como quieren a todos los curas que sean curas, aunque no sean liberales; pero por lo menos, señores, que sean verdaderamente curas, y que no por ser curas sean enemigos de los liberales y traten mal a los liberales, y les nieguen aquello que no es posible negarles; porque hay muchos curas, Sr. Vidal, que negarían a los liberales hasta el aire que respiran. (El Sr. Vidal y CarIá hace signos negativos.) Pues si les niegan los sacramentos religiosos, ¿no les habían de negar mejor el aire? ¿Pues no niegan la sepultura a los muertos? Pues mejor les negarían la vida a los vivos. Pues si les quieren negar hasta la vida eterna, ¿no les han de negar la vida temporal? Pues, Sr. Vidal, vamos a cuentas y verá S. S. con qué sinrazón ha atacado a los liberales.

Pero S. S. nos ha traído aquí una cuestión, dejando ya este punto, en el cual yo no quiero entrar, porque mientras yo no me vea forzado no quiero entrar a [2.702] tratar esta cuestión, la del clero, a pesar de que el clero, francamente, no merece muchas consideraciones ni gran cariño de los Gobiernos; pero yo, sin embargo, quiero tratarle con mucha consideración y mucho cariño.

Su señoría nos ha traído aquí en una proposición dos votos de censura: uno para el juez municipal de Valdelacasa, y otro para el alcalde del pueblo de Torregrosa. Ya comprende S. S. que el Congreso no puede manifestar su desagrado por el juez municipal de Valdelacasa ni por el alcalde de Torregrosa; estos, señores Diputados, probablemente no tendrá ninguno el honor de conocerlos, ni por sus prendas personales, ni por nada; pero, en fin, aunque los conozcan, está muy alto el Congreso para ocuparse de la falta de un juez municipal de un pueblo desconocido para muchos Diputados, y de un alcalde de otro pueblo que dudo que esté en el mapa; es, por consiguiente, la proposición que ha presentado S. S. antiparlamentaria: no se pueden ocupar los Sres. Diputados de esas cosas.

Yo no sé lo que habrá hecho el juez municipal de Valdelacasa con relación al matrimonio civil; pero si se ha salido de la ley, lo único que puede decirse es que ha hecho mal, que no ha debido hacerse, y que si lo ha hecho hay términos hábiles para castigar a ese juez municipal que no ha sabido cumplir con su deber.

Respecto a la Diputación de Lérida, lo que ha hecho con el cura párroco de Torregrosa no me parece bien, porque decir la Diputación: bien impuesta está la contribución de consumos al cura párroco porque no ha jurado la Constitución, le declaro a S. S. que me parece lo mismo que aquellos curas que niegan la absolución al que se dice comprador de bienes nacionales; me parece tan mal, no tan mal, menos mal todavía la disposición de la Diputación provincial, que los acuerdos que toman algunos curas de negar la sepultura religiosa por haber sido el que fallece comprador de bienes nacionales. Yo conozco a algún liberal que ha tenido la desgracia de ver a su padre insepulto por el terrible delito de no haber votado un candidato carlista y de haber votado un candidato liberal.

Pues bien; sea de ello lo que quiera, la Diputación provincial de Lérida no me parece que ha hecho bien si ha dado por razón ésta que S. S. ha dicho. Porque ¿tenía razón el alcalde para imponer a ese cura párroco la parte que le correspondía por la contribución de consumos? Yo creo quo sí; tenga o no tenga, porque los curas párrocos no tienen para muchas cosas; pero para otras que no debían tener, tienen de sobra; pero, en fin, supongamos que no tenga; no por eso se puede eximir de las contribuciones, porque sabe el Sr. Vidal que a un labrador que pierde la siembra, que pierde sus afanes de todo el año, que no coge absolutamente nada, sin embargo, no se le exime de las contribuciones; de manera que si la razón que el Sr. Vidal ha expuesto sirviese para que al cura párroco de Valdelacasa no se le exigiera la parte que le corresponde por la contribución de consumos, claro que se debía de eximir a todos los industriales y labradores que tuvieran la desgracia de perder sus cosechas; y cuidado, señores, que hay una diferencia todavía en favor del pobre labrador y del pobre comerciante que tienen un mal año, y es que no tienen pie de estola.

Por consiguiente, Sr. Vidal y Carlá, yo creo que la Diputación provincial de Lérida no habrá dicho que bien impuesta está la contribución de consumos al cura de Torregrosa porque no ha jurado la Constitución; ha podido suceder otra cosa, y es, que la Diputación, al ver la reclamación del cura de Torregrosa, puede que haya dicho: ¿y a mí qué me viene a reclamar el cura? Pues si no reconoce la Constitución, ¿por qué reclama? ¿O es que me reconoce para aquello que le conviene, y no me reconoce para aquello que no le conviene? Pues entonces yo no le reconozco para nada.

No lo sé; pero es posible que haya sucedido esto; y si ha sucedido, entonces ya no está tan fuera de su lugar la Diputación provincial de Lérida. Pero, en fin, sea de ello lo que quiera, puedo decirle al Sr. Vidal y Carlá que hay una reclamación en el Ministerio de la Gobernación respecto a este punto, me parece que es del cura de Torregrosa, que yo me informaré de esa reclamación, y que se resolverá en justicia: porque yo he de hacer justicia al cura de Torregrosa, aunque el cura no la quiera hacer al Gobierno ni a la Constitución, que es el Código político del Estado, a cuya observancia y respeto están obligados todos los españoles, y más que todos los españoles, todos los que tengan el carácter que tiene el sacerdote o el cura párroco de Torregrosa; pues el cura párroco de Torregrosa, como todos los sacerdotes, tiene por primera obligación la de dar ejemplo a sus feligreses del respeto que se debe a las leyes humanas, así como a las leyes divinas. Pero, repito, sea de ello lo que quiera, para que vea S. S. cómo nosotros no somos enemigos de los curas, sino que queremos ser sus amigos, pero también los curas han de ser amigos nuestros, aunque el cura de Torregrosa no sea amigo del Gobierno, el Gobierno se conducirá con el cura de Torregrosa como si fuera amigo suyo el cura de Torregrosa, y resolverá la reclamación en justicia; y no tenga cuidado el Sr. Vidal y Carlá, que aunque no haya jurado la Constitución, en esa reclamación, como en todas las que haga el cura de Torregrosa, el Gobierno cumplirá con su deber y hará justicia a ese señor sacerdote. Por lo demás, a mí no me pesa, Sr. Vidal y Carlá, por el contrario, me complace mucho ver a S. S. tan resuelto a derramar su sangre por el estandarte de la cruz. Sea enhorabuena, con tal que sea por el estandarte de la cruz. Vamos, no es may humanitario que en nombre de la religión se derrame la sangre; pero si es por la religión católica, si es por el estandarte de la cruz, menos malo; al fin y al cabo es un sacrificio más que cuesta la religión católica.

Pero cuidado, Sr. Vidal y Carla, no vaya a confundir el estandarte de la cruz con otra bandera. Ya sabe S. S. que con esa otra bandera se ha derramado mucha sangre, y la han derramado también muchos clérigos; pero la han hecho derramar a otros que no lo son, con el nombre aparente de la bandera de la cruz, pero en realidad con otra bandera y para otros fines y personas que están muy lejos de llegar a la altura de la cruz. Por consiguiente, si S..S. está dispuesto y resuelto a eso, sea enhorabuena. Yo no sé si le acompañaría, porque en estos tiempos no me parece que haya mucha necesidad de derramar la sangre por el estandarte de la cruz, pues ninguno ha de venir a atacarle con las armas en la mano y por medios violentos.

Pero, en fin, ahí todavía le pudiera acompañar a su señoría. Pero si S. S. coge el estandarte de la cruz, para con ese pretexto levantar alguna otra bandera o defender alguna persona, yo le digo a S. S. que entonces será tratado como aquel que está detrás de la cruz, como el diablo.



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